Radiónica

  1. Principio Vital

    La Radiónica admite que los seres vivos están compuestos por algo más que la materia que se puede apreciar con los sentidos. Ese «algo más” podría ser designado como el Principio Vital conocido por todas las culturas y civilizaciones del planeta, el que hace que la materia permanezca viva mientras está presente en ella y el que permite diferenciar a un ser vivo de un cadáver. El Principio Vital posee un gran dinamismo y movilidad y se muestra en forma de energía, que puede designarse con el término Energía Vital, energía que se manifiesta por fenómenos de movimiento y vibración que son el vivo reflejo de los que ocurren en el Cosmos. Por ello, cabe deducir que el Universo y el planeta Tierra son, sin ninguna duda, seres vivos, pues sería imposible pensar que la vida hubiese surgido en ellos si no lo fueran.

    Así, los campos de energía, movimiento y vibración que ocurren en el Cosmos y en la Tierra se reproducen en cada uno de los seres vivos, que a su vez vibrarán en resonancia y armonía con ambos. No obstante, con muchísima frecuencia los seres vivos dejan de vibrar armónicamente con la energía universal y planetaria; pierden su sintonía y, si no la recuperan, surgen las enfermedades y la muerte.

  2. Misión

    La Radiónica tiene por misión ayudar a los seres vivos a recuperar el equilibrio perdido. Por lo tanto, podría ser definida como un método de diagnóstico y tratamiento que utiliza las más altas facultades de la mente humana, la percepción extra- sensorial, en conjunción con determinados instrumentos diseñados especialmente para ello, para determinar las causas ocultas de las enfermedades y, en muchas ocasiones, para realizar su tratamiento.

  3. Mente y Materia

    La Radiónica implica además la interacción entre mente y materia, que transforma o transmuta cualquier cosa, aún a distancia. Al moverse fundamentalmente en el campo de la mente y de la Vibración Universal, precisa para su práctica un perfecto conocimiento de ambos, sobre todo un buen entrenamiento en la percepción extrasensorial y del llamado sentido Dowsing o radiestésico, así como el dominio de la Física vibratoria, muy relacionada con la fenomenología radiónica. Mediante todos estos elementos pueden detectarse y medirse los desequilibrios energéticos en todos aquellos niveles donde se manifieste la vida. Se trata, por tanto, de un noble y difícil arte que también es ciencia y que resurge con fuerza renovada en un momento en el que la agresión al medio ambiente y el estrés están alcanzando niveles insostenibles.

  4. Energía

    La Radiónica actúa sobre los seres vivos mediante los campos de fuerza y las energías sutiles, muchos de los cuales están comprendidos dentro del espectro electromagnético, que interactúan con el cuerpo vital de los organismos vivientes. Pero además, al intervenir también aspectos mentales, es posible que participen procesos energéticos no bien conocidos todavía.

    Aunque es cierto que la palabra energía es empleada a menudo de forma muy arbitraria, puesto que ésta aún no se ha podido definir con exactitud aunque se conozcan muchas de sus manifestaciones, etimológicamente el término deriva del griego «ergón», que significa «fuerza en acción» . No obstante, la energía puede tener distintos significados, que dependen del área del saber en que se utilice, y por eso no significa lo mismo para un físico que para un químico. Para la Radiónica, quizá la definición más adecuad sea la acepción de Edwin Huble, que considera a la energía como la «savia vital del Cosmos», sin la cual éste sería algo muerto, sin cambios posibles y sin evolución. Es gracias a la energía que el Cosmos se comporta como algo vivo y cambiante en continua evolución, que afecta a todo cuanto en él existe, tanto en el mundo orgánico como en el inorgánico.